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HOMENAJE

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Con la publicación, en 1985, de “Los años del tropel: relatos de la violencia”, Alfredo Molano mostró que había otra historia por contar y otra manera de hacerlo. El libro reunía una serie de historias y personajes que quizá muchos conocían, pero que no todos se habían acercado a ellas de la forma como Molano las narraba. Desde entonces, Alfredo Molano se convirtió en un referente para aproximarnos a la llamada Colombia profunda, aquella que generalmente no aparece en los grandes medios o que solo es noticia cuando se trata de reportar sobre problemas de orden público.

El trabajo de Molano consistió en combinar muy bien dos verbos: caminar y charlar. Caminar porque en sus diversas investigaciones recorrió el país y literalmente se lo caminó. Deambuló por caminos y trochas, por selvas y llanuras, por valles y montañas, por ríos y costas. A lomo de mula o a pie, Molano conoció de Colombia hasta los lugares más recónditos, no es en vano su vasta bibliografía, con la que nos cuenta cómo fueron colonizadas determinadas regiones o cuáles son las problemáticas que más nos aquejan.

Y Alfredo Molano también fue un gran conversador. Era un convencido del poder de la palabra y de lo que el relato oral —al charlar con la gente— puede decir de la historia de un pueblo o de la realidad sociocultural de una comunidad determinada. Pero para poder charlar, primero hay que escuchar, y Molano escuchaba a la gente. Muchos de sus relatos dan cuenta de sus charlas interminables con gran variedad de personas, gente con la que se encontraba en sus travesías y que narraban su historia particular. De estas múltiples historias particulares están hechos sus textos.

Alfredo Molano cautivó a miles de lectores debido a sus formas de contar. Bien podía ser una historia de vida, un testimonio, una crónica o una columna, en todos sus textos estaba presente la semilla de lo íntimo y lo personal. Se trataba de textos que conectaban muy fácil con el lector porque parecieran estar construidos a partir del diálogo. Por lo tanto, podría decirse que el trabajo de Molano era una conversación permanente, por un lado, dialogaba con la gente, con las fuentes de sus historias, y, de otra parte, dialogaba con sus lectores.

Molano nos dejó el 31 de octubre de 2019, con su partida deja un vacío muy significativo, pues su trabajo es un referente muy importante para el país y para quienes buscan comprender sus complejidades. De alguna manera, podríamos decir que su partida es uno más de sus viajes, solo que este es sin regreso. Y es importante hablar del viaje porque para poder ser un conversador con la gente, Molano también fue un gran viajero. Su legado, entre otras cosas, alude a todos los viajes que realizó a lo largo y ancho del país. Se trata de un hombre que en el camino fue conversando con la gente y recogiendo sus historias que le sirvieron para contar una historia mayor, la historia de este país que todavía no terminamos de construir y que aún sigue inmerso en una serie de conflictos que todavía no ha sido capaz de superar.

Los trabajos que van a encontrar en este homenaje fueron realizados por estudiantes del Programa de Comunicación Social de la Universidad del Cauca en el marco de la asignatura Periodismo Cultural. Asignatura que se orientó durante el periodo de confinamiento, entre mayo y junio de 2020. Es decir, se trata de trabajos un tanto experimentales y que hacen parte de un proceso formativo. Los estudiantes fueron los encargados de seleccionar las temáticas a abordar a partir de algunas obras de Molano, y fueron quienes escogieron el enfoque y el tono que tendrían sus trabajos. Estos, posteriormente, se ajustaron en términos editoriales y se agruparon temáticamente por el equipo de Co.marca Digital.

© 2020 Somos el laboratorio de medios periodísticos Co.marca, un proyecto del Programa de Comunicación Social con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Cauca.​

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