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DANTE ESTÁ EN

TODAS PARTES

El abandono de perros en zonas urbanas y rurales ha llegado a tal punto que se está convirtiendo en un problema de salud pública. Es necesario que desde las administraciones locales se lideren procesos para reducir el índice de abandono de animales domésticos.
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Por: Keka Guzmán
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El día que llegó, tenía la mirada más triste del mundo. Estaba sucio, mojado y lleno de pulgas. Sus pequeños ojitos transmitían incertidumbre, miedo, dolor. Era tan pequeño, tan dócil, tan frágil, que se notaba en ese tímido cuerpecito que sus pocos días de vida habían sido bastante difíciles. 

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Lluvia, lluvia, lluvia.    

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Dante. Dantecito. Orejitas. Carajitos. Dante, como Durante di Alighiero degli Alighieri, o más conocido como Dante Alighieri, el poeta. Quizás lo llamé así porque su fecha de nacimiento sigue siendo desconocida o, por mi admiración al Poeta Supremo. Dante es especial.

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Llanto, llanto, llanto.

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Los primeros días, Dante lloró todas las noches. Pero, con el tiempo, empezó a reconocer los espacios. A correr a mi llegada, a jugar, a hacer travesuras, a darme vida. Dante se volvió indispensable y juntos empezamos a descubrirnos, redescubrirnos, conocernos y darnos cuenta de que nos estábamos esperando.

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Con los días su mirada cambió y cuatro patitas no dejaban de correr por toda la casa. No es solo Dante, es Dan, un miembro más en mi familia. 

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Viajar por el Cauca implicó ir más allá de una búsqueda de historias. Viajar por el Cauca significó descubrirse en cada uno de los rostros y entender que el Sur, el Norte, el Oriente y el Occidente de nuestro departamento son una mixtura de gentes que nos hacen uno solo. Pero, ese camino, tan difícil, tan transitado, tan alejado de la vida en la ciudad, no solo es el encuentro de gentes, de culturas, de creencias, sino también, el encuentro de realidades. Realidades que no son ajenas y que todas, de alguna forma, también están presentes en la ciudad y que, por alguna razón, obviamos, pasamos por alto y seguimos.

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Por los caminos que nos llevan a las montañas del Cauca, en cada rincón y en cada esquina, encontramos a muchos peluditos con frío, hambre, sed, sin hogar, sin rumbo. Bajo la lluvia, bajo el sol, bajo el frío del páramo, en medio de frailejones, de polvo, tierra, rocas, estaban solos, sin familia, enfrentándose a las inclemencias del clima y del mundo. 

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Cada que nos adentrábamos más a las montañas, eran más los perros que aparecían en el camino y en esos inevitables encuentros, empecé a darme cuenta de que en ellos veía algo de Dante. Algunos con la mirada triste, con frío, queriendo ser queridos y queriendo querer. Otros, un poco más entusiastas, jugando con lo que se cruzara en el camino y adaptados a una vida que no eligieron tener. Pero también, había otros con más suerte, teniendo un gran campo donde correr y una casa con horno de leña donde calentarse. Cada uno de ellos era Dante, pasando por diferentes etapas, por diferentes ciclos de la vida en los que lo único que buscan es felicidad.

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En cada recorrido lo recordé, lo veía y lo sentía. Y entendí que Dante estaba en todas partes. En los perros que sufren, en los que tienen hambre, sed, frío, calor. En los que corren libremente, en los que son amados, en los que tienen un lugar donde dormir, en los que viven una vida diferente. Dante estaba presente en cada uno de ellos. En la inocencia de unos ojitos que transmiten humildad, lealtad y amor.

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En los últimos años, la Alcaldía de Popayán ha desarrollado campañas de esterilización a través de la Secretaría de Salud Municipal, con el fin de llegar a diversos sectores para reducir los índices de mascotas abandonadas. El quirófano móvil llegó a diversos pueblos del Cauca pero, aun así, son muchos los caninos que uno se encuentra en la carretera.

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En Colombia no existe un censo exacto que confirme cuántos perros callejeros hay en la actualidad. Las cifras más recientes datan de 2017, año en el que según el Departamento Nacional de Planeación (DNP) se tenía estimado que la población de canes y gatos deambulando por las calles de Bogotá, Cartagena, Medellín y Cali podría llegar a los dos millones, esto sin contemplar los animales que se encontraban en los lugares de paso. 

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El Ministerio de Salud señaló, entre tanto, que en 2016 existían cerca de un millón de animales domésticos en estado de abandono. Pero más allá del número preciso, lo cierto es que la falta de control en la proliferación canina y de políticas públicas aterrizadas a las realidades de los contextos, pueden llegar a generar serios problemas de salud pública. 

Para intentar evitar que este inconveniente alcance mayores dimensiones, el representante a la Cámara por el Partido Alianza Verde, Fabián Díaz Plata, presentó un proyecto de ley, a través del cual busca "tenderle una mano amiga" a los animales que no cuentan con un hogar y viven en las calles. 

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El congresista propone, para tal fin, modificar el Código Nacional de Policía y Convivencia (Ley 1801 de 2016), para que se institucionalice el apoyo por parte de “municipios o distritos, a las fundaciones y refugios de animales a través de aportes directos, así como ampliar la infraestructura”.

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Hasta el momento, el proyecto de Ley ha sido aprobado por unanimidad en tres debates y tan solo le falta uno en plenaria de senado para convertirse en Ley de la República y así garantizar el bienestar y la protección de los animales callejeros.

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Para el año 2016 se expidió la ley 1774 del 6 de enero del 2016 donde se regula y penaliza en el estado colombiano de manera precisa el maltrato animal y sus consecuencias jurídicas. Así las cosas, dicha ley modifica el código civil colombiano, la ley 84 de 1989, el código penal y el código de procedimiento penal, entre otras disposiciones.

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Uno de los conceptos más novedosos en la presente ley es considerar a los animales por primera vez como seres sintientes, modificando así el código civil, el cual no contemplaba esa idea. Por este motivo se deja de considerar a los animales como simples cosas, por lo que el principal objetivo es la protección contra el sufrimiento y el dolor, especialmente el que es causado directa o indirectamente por los humanos, tipificando de esta manera algunas conductas como punibles.

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Para ello, la mencionada ley fija unos principios que deben tenerse en cuenta para el cuidado o protección de los animales, tales como: el respeto, la solidaridad, la compasión, la ética, la justicia, el cuidado, la prevención del sufrimiento, la erradicación del cautiverio y el abandono, así como de cualquier forma de abuso, maltrato, violencia y trato cruel.

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Además, quien tenga a su cargo un animal deberá procurar que no sufra hambre ni sed, ni malestar físico o dolor, que no les sean provocadas enfermedades por negligencia o descuido, que no sean sometidos a condiciones de miedo ni estrés y que puedan manifestar su comportamiento natural.

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Se debe tener en cuenta que la nueva ley impone la obligación al estado y la sociedad en general para que asistan y protejan a los animales con acciones diligentes ante situaciones que pongan en peligro su vida, su salud o su integridad física. Por este motivo, ante el conocimiento de unos actos que atenten contra la integridad de cualquier animal existe la obligación de denunciar ante las autoridades pertinentes.

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Dante es pura magia. La noche anterior a su llegada, el cielo se caía a pedazos. Y, al fondo, se escuchaba el llanto desesperado de unos cachorros. Estaban abandonados en una casa en construcción, sin techo, sin comida, sin agua. Sacaban sus patitas por debajo de la puerta y, en ese momento, la única opción fue esperar al día siguiente al encargado de la obra.

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En la mañana llegó. Ante los reclamos, las afirmaciones y las acciones que se tomarían, en la tarde ya no estaban los cachorros. Pero, aún no logro entender el por qué golpeó a mi puerta y, sin decir casi que nada, me entregó un cachorro en los brazos y se fue.

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Y sí, era Dante. Tenía la mirada más triste del mundo. Llegó para darle color a mi vida y para hacerme entender que en las pequeñas cosas está la esencia de todo. Ahora sus ojitos tienen un brillo diferente. Ahora para él y para mí, la vida tiene más sentido. En algún momento pensé que yo lo había salvado a él, pero no, él me salvó a mí, de todo. 

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Desde ese momento, Dante está en todas partes, en cada uno de los recorridos por el Cauca, en cada uno de esos cachorritos que corrían por las carreteras sin rumbo alguno. Está en cada uno de ellos porque Dante también hizo parte de las inclemencias del mundo. 

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Quizás, algún día, todos logren encontrar un hogar.

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Y, puedo asegurar, que les cambiará la vida. Como a mí. 

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